Sunday, January 29, 2006

Cooperstown, Montserrat, Guernica

Hay muchos ejemplos de derogación de la historia en favor del mito. No hay ninguno inocente, aunque unos son más trascendentes que otros. Entre los ejemplos si se quiere inocuos pero con las mismas características de otros más relevantes fácilmente reconocibles, citaré uno que se da en Estados Unidos y trata de ese deporte incomprensible y aburridísmo que es el bésibol.
Recién comenzado el siglo XX, el béisbol estaba a punto de convertirse en un juego de masas en Estados Unidos (ignoro las razones). La Liga profesional contaba con un comité directivo entre cuyos miembros estaba un tal Spalding, ex-jugador e incipiente empresario de material deportivo cuya marca, si no me equivoco, tadavía existe. El comité, movido por razones económicas, y alentado por el listo de Spalding, quería extender la importancia y el alcance de su deporte en la sociedad americana. De modo que entre humo de habanos y cuartillos de Jack Daniels se pusieron a pensar. Spalding, a lo que se ve gran conocedor de la conducta y carácter humanos, dio con la solución perfecta, solución que pasaba -qué pesadez- por escenificar, con pompa y circunstancia, ese eterno argumento que un socio blogger llama "la patraña identitaria".
La historia es enrevesada. En resumen, con unos indicios tenues e inverosímiles, y conociendo la falsedad de la conclusión, el comité se sacó de la manga una persona y un momento histórico en que tuvo lugar la invención del béisbol.
Cualquiera puede saber que el béisbol, como casi todo lo demás, no fue inventado; no es más que la evolución unos juegos populares que ya se practicaban en Inglaterra siglos atrás. Evolución vs creacionismo. Las razones por las que íntimamente preferimos una expliación creacionista a ota evolutiva son misteriosas, pero lo importante es que es así.
Del supuesto creador del bésibol -un insigne general yankee- llegaron a decir los críticos del disparate que probablemente no sabía distinguir una bola de una naranja china; sin embargo, el bulo empezó a extenderse poniendo en marcha el poderoso mecanismo de falacias que terminan por convertirse en verdades a fuerza de ser repetidas y en virtud de un misteriosa querencia del subconsciente.
La leyenda sitúa el nacimiento del béisbol en un lugar perdido del estado de Nueva York llamado Cooperstown, donde todavía existe el Salón de la Fama y un museo. Si preguntas a los americanos por el nacimiento de su deporte nacional, 9 de cada 10 responderán que fue inventado allí por Abner Doubleday, quien además -oh casualidad- fue un héore de la unión.
Cooperstown, Montserrat, Guernica.

1 Comments:

Blogger John Self said...

Buen post. Como se enteren los nacionalistas de toda laya que comparas Guernica o Montserrat con el béisbol... Yo, por mi parte, puedo añadir que si en lugar de béisbol fuera fútbol me parecería mucho más sólido que muchos de lo mitos vascos o catalanes. Pero si el PNV llegó a financiar una expedición al Monte Ararat, donde se supone que atracó el arca, porque se creen directos descendientes de Noé.

2:46 AM  

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