Thursday, November 24, 2005

La ciercera

Y si corre ventolera qué más da. Limitándome a la literalidad del refrán permitidme decir, en buen aragonés: sí, por los cojones. Quien lo utiliza seguramente nunca se ha acercado por La Hoya uno de esos días de invierno en que el cierzo arrasa las nubes y deja una atmósfera límpida, evidente. La sierra de Guara se recorta en un relieve de cinemascope pareciendo más imponente de lo que realmente es. En fin, precioso para una postal. Qué distinto es estar en medio del páramo. Se parece a estar en una orgía con los ojos vendados: no sabes de dónde sale tanta mano, mano aérea en este caso y recién venida del infierno helado de Swedenborg o del culo de una exnovia a la que siempre recuerdo con un escalofrío.
En la Hoya el invierno se inaugura con el que yo llamo el Día de la Ciercera. Es ese día en que sales de casa pertrechado apenas con un trapito primaveral mientras durante la noche ha nevado en alguna montaña remota. Los regüeldos helados se difunden por el páramo, se arremolinan en los desfiladeros y terminan ascendiendo por tus piernas para encogerte los testículos hasta dimensiones cuánticas. Podría llamarse también el día de la blasfemia porque por las calles la gente, hasta la más piadosa, hace desfilar a todos los santos y a su jefe en procesión rectal.
Pues bien, hoy, día 24 de noviembre de 2005 celebramos de nuevo en la Hoya el día de la Ciercera: he llegado de la calle hace dos horas y todavía me tiemblan las orejas.

3 Comments:

Blogger Augie March said...

Siempre me he preguntado cómo resultó en accesorio baturro una prenda tan sensible al viento como el cachirulo.

12:40 AM  
Blogger John Self said...

Yo tengo una casa en la Sierra Segoviana y tampoco está mal la cosa. No hay ciercera, el frío es seco, el cielo de un negro amenazante, no se oye un ruido en cuanto anochece en la serranía segoviana. No hay nada delicuescente (como diría Plá) en el paisaje de una belleza dura. Me gusta Castilla, me siento Castellano. Los cierzos aragoneses reblandecen la sesera. Por no hablar del perenne "smog" invernal de mi pueblo. Como si la desierta estación de tren fuera un muelle de atraque en los "docks" londinenses esperando a las achacosas barcazas cargadas de carbón para calentar a la capital del Imperio Británico.

3:21 AM  
Blogger John Self said...

El otro día, en la serranía segoviana, estaba helando a las seis de la tarde. Ocho grados menos que en Madrid.

3:22 AM  

Post a Comment

<< Home